2728962782.8dd5717.e2e5be16341d48fea51c1d767a705431
El blog de ContactChile
Géisers El Tatio

Explorar San Pedro de Atacama en un camper

Por Nicole Reis para ContactChile

San Pedro de Atacama es una ciudad que se encuentra en el norte de Chile, en la región de Antofagasta, a 2.408m de altura. Su cercanía a la Cordillera de los Andes le da una fantástica vista de los volcanes de la zona, que en su mayoría sobrepasan los 5.000 metros de altura y forman una frontera natural con Bolivia y Argentina.

Este oasis es fácilmente accesible en coche desde el aeropuerto de Calama, en un viaje de aproximadamente una hora por la ruta 23, por un camino completamente asfaltado que conduce a los vehículos través del desierto más árido del mundo hasta llegar a un San Pedro con calles de tierra. El centro de la ciudad es muy turístico, pero logra mantener una apariencia bastante auténtica gracias a sus casas y construcciones hechas de adobe, piedra y madera. Es el centro logístico y operativo de la zona, aquí puedes y debes abastecerte de gasolina, agua y comida antes de iniciar un viaje a los lugares de interés en los alrededores, ya que no encontrarás más gasolineras hasta la frontera con Argentina. Una señal de tráfico en la Ruta 27 informa: “no habrá señal telefónica hasta el Paso Fronterizo”.

Junto a un amigo hemos alquilado una casa rodante, de manera que nuestro alojamiento nos seguirá a donde vayamos, y tendremos la libertad de conocer todas las maravillas que ofrece San Pedro y sus alrededores a nuestro ritmo, sin el asecho de los turistas que en ciertos horarios realmente logran inundar los caminos y miradores haciendo tumulto y hablando fuerte.

Geyseres El Tatio
Geyseres El Tatio – Foto: Nicole Reis

El Tatio

Cualquiera que haya visitado alguna vez a los geiseres en Estados Unidos o en Rusia pensaría que se enfrentaría a un panorama similar en El Tatio, pero, permítanme acotar, ¿quién puede decir que ha caminado por un campo de geiseres a 4.300 metros sobre el nivel del mar?

Pasamos la noche en el estacionamiento de los cuidadores del parque, la que quizás no sea la mejor de las ideas, ya que durante la noche la temperatura desciende varios grados bajo cero incluso en verano, sin embargo, esta pequeña aventura nos permite ahorra tiempo suficiente para bañarnos dos veces en las aguas termales naturales del campo de geiseres más grande del hemisferio sur.

Estos agujeros burbujeantes, humeantes y a veces gorjeantes se visitan desde muy temprano en la madrugada. A esa hora el aire es claro y frío, y las nubes de vapor de agua que se liberan desde el suelo huelen ligeramente a azufre. En las primeras horas del día, es cuando las pequeñas erupciones que se producen son más notorias, ya que el aire frío de la noche proporciona la diferencia de presión necesaria para hacer de este hecho natural todo un espectáculo.

Los geiseres van variando en tamaño y forma, pudiendo pasar desde grietas o pequeños agujeros en la tierra hasta pronunciadas colinas, en forma de hormiguero. Aún más impresionante son aquellos en forma de agujero que dejan ver tentadoras aguas cristalinas en su superficie, pero cuidado: el agua está a no menos de 86°C de temperatura.

Puedes moverte con relativa libertad por todo el recinto, respetando, claro, las piedras pintadas de rojo en el suelo que indican los límites del camino, por tu propia seguridad. A medida que avanza la hora más y más turistas comienzan a amontonarse a nuestro alrededor y además se nos enfrían las yemas de los dedos, es un buen momento de iniciar nuestro recorrido hacia la piscina termal del recinto, y calentarnos con estas aguas cargadas de minerales.

Valle Arcoiris

De vuelta en San Pedro, reponemos nuestras reservas de bencina, agua, fruta y verduras en un pequeño mercado y salimos con rumbo al valle del “Arco Iris”, que se encuentra aproximadamente a una hora y media de viaje en auto. Las rocas de este cañón brillan hermosamente al mediodía, en todos los tonos; rojo, blanco, amarillo, e incluso verde. Algunas de estas rocas se encuentran surcadas, y son las que brillan aún más mágicamente con el sol de la tarde, gracias a los cristales encerrados en la roca fisurada. En el camino de regreso se pueden admirar la majestuosidad de los petroglifos de Yerba Buena.

Pasamos la noche al sur de San Pedro, en medio del desierto. El camping salvaje en esta zona es realmente un deleite para los aventureros, ya que no sólo tienes la posibilidad de estar ante un silencio absoluto, sino que además en la noche te encuentras ante el privilegio de admirar el cielo estrellado más hermoso de Chile, que no por nada es un país donde se han instalado innumerables observatorios astronómicos internacionales. El turismo astronómico es fuerte en esta zona, y hay bastantes observatorios privados alrededor de San Pedro, donde se ofrecen tours. Estos valen absolutamente la pena, ya que una vista a través de sus telescopios te acercará aún más a Júpiter, Venus u Orión – ¡impresionante!

Laguna Miscanti / Laguna Miñiques

Hoy queremos visitar las lagunas Miscanti y Miñiques, ubicadas en el Altiplano, a más de 4.000 m sobre el nivel del mar. Un desvío desde la ruta 23 conduce hacía las lagunas por un empinado camino de tierra. Al principio no parece un terreno adecuado para para nuestro camper, pero logramos realizar esta subida sin ningún problema, y rápidamente ya estamos admirando el azul profundo de las lagunas y el amarillo de la vegetación. Es difícil avistar flamencos en estas lagunas, debido a su profundidad, pero eso no nos desanima.

Seguimos por la pavimentada ruta 23 en dirección a la frontera argentina hasta el Paso Sico. Un paseo maravilloso. Es un camino de subida constante, que lleva a los Salares de Aguas Calientes y de Talar, donde se dejan ver mechones de hierba que brillan con el sol de la tarde, en un tono amarillo casi dorado. Una y otra vez nos encontramos con un grupo de vicuñas que, o bien, se detienen y nos miran con curiosidad -sin dejar de masticar-, o huyen.

Nuestra caravana traquetea a lo largo del camino, que, no obstante, está casi completamente asfaltado, y nos dirige hacia un conjunto de edificios que pareciera ser una rara mezcla entre estación de investigación y granja. A nuestro favor, un hombre acaba de salir por la puerta, y aprovechamos de preguntarle sobre el estado de la carretera más adelante. Nos envía a una estación de policía a unos 7 km de distancia. Allí le preguntamos al carabinero de turno, a quien dos turistas probablemente le ofrecen algo de entretenimiento, si podemos tomar el camino que pasa a través de las montañas de regreso a San Pedro con nuestro vehículo. Se ríe en voz alta y con ganas, y para nosotros está claro: volveremos a visitar las vicuñas.

Esta noche la pasamos en Peine, un pequeño pueblo de mineros y sus familias, en lo alto del desierto de sal. Hay mucho viento, nubes de arena soplan alrededor de nuestro camper. Preparar algo en la pequeña cocinera de gas es nuestro siguiente pequeño desafío – afortunadamente la cubierta del camper se puede convertir fácilmente en una mesa. Afuera, uno que otro trabajador curioso echa un vistazo al interior del camper en su camino de ida o de vuelta del trabajo (aparentemente, el estacionamiento que hemos elegido es un lugar donde regularmente autobuses desembarcan trabajadores sudorosos, sucios y con caras cansadas, para luego volver a dirigirse a lo desconocido, llenos de nuevos trabajadores). Por encima de nosotros, miles de estrellas brillan en el oscuro cielo nocturno.

Salar de Atacama

Por la mañana el Salar de Atacama se extiende debajo de nosotros en todo su esplendor. Una nada gigantesca, plana y blanca, cuya extensión sólo es apreciable realmente desde lo más alto. Dentro del Salar hay dos paradas turísticas imperdibles: la Laguna Chaxa, y la Laguna Cejar. En la Laguna Chaxa, nos recibe un guardaparques indígena muy preocupado por la fuerte radiación solar, al que perdemos después de pagar la entrada.  Además del recorrido se puede visitar un pequeño museo informativo, o dirigirse directamente a un tour fotográfico. Los flamencos posan en la laguna, que a esta hora asimila un espejo, mientras el sol arde fulminante desde el cielo. En el lugar es posible apreciar toda la fauna que habíamos estado esperando, además encontramos una acogedora y sombreada terraza con mesas de piedra, perfecta para el almuerzo o un pequeño picoteo. 

Durante nuestra visita, sólo dos flamencos se posaron sobre la Laguna Cejar, no obstante, la Laguna Piedra, nos sorprendemos con sus aguas densas y aptas para el baño. Flotar sería el termino más apropiado, ya que aquí se flota sin esfuerzo en la superficie del agua debido al enorme contenido de sal de la laguna. Visitamos ambas lagunas por la mañana, a contra flujo de los autobuses turísticos que suelen parar aquí más avanzado el día en su camino de regreso de la Laguna Miscanti y Miñiques. Aquí es necesario tener cuidado, ya que estarás en medio del desierto de sal, en un lugar sin sombra natural, donde no está permitido usar protector solar. De todas formas, hay duchas de agua fresca, baños y cabinas de cambio limpias.

San Pedro de Atacama

De vuelta en San Pedro volvemos a recargar nuestras reservas de bencina y víveres, pero esta vez vamos en busca de un restaurante, con la ilusión de por fin probar un plato sin arena. Reservamos un tour de observatorio para la noche. Los precios son muy altos en la calle Caracoles y alrededor de la Plaza de San Pedro, debido a la gran cantidad de turistas. Es aconsejable llevar suficiente dinero en efectivo, ya que normalmente hay largas para acceder a los únicos dos cajeros automáticos que hay en el pueblo. La mayoría de los tours se pueden pagar con tarjetas de crédito, y en muchos restaurantes también las aceptan. Sin embargo, si exploras la zona por tu cuenta, es necesario llevar lo suficiente en efectivo.  

Por supuesto, también puede encontrar comida más económica en San Pedro. Alrededor del campo de fútbol, que los locales llaman orgullosamente estadio, hay pequeños restaurantes con un reducido número de mesas, en los que se ofrece un menú del día. Lomo a lo pobre, una hamburguesa del tamaño de un plato o una pequeña montaña de espaguetis, son alternativas ricas y económicas. Después de haber comido uno de esos platos ciertamente no tendrás hambre y tu presupuesto no sufrirá.

Pukará de Quitor

Las ruinas del Pukará de Quitor, que se encuentran a sólo 2 km de San Pedro, cuentan la historia de los primeros pobladores y valientes atacameños que, tras darle batalla a los Incas, desafiaron a los primeros buscadores de oro y más tarde a los españoles. Las paredes de la fortaleza, que esconden un laberinto de pasillos y habitaciones, al parecer, no sólo habrían albergado personas sino también animales y el supuesto oro de los Andes.

Hoy en día, se requiere imaginación para fantasear sobre todo el ajetreo que debió haber transcurrido dentro de la fortaleza.  La vista sobre San Pedro en la inmensidad del desierto hasta el Valle de la Luna, así como la maravillosa y fresca brisa que corre compensan el corto pero caluroso ascenso al mirador que se encuentra junto a estas ruinas reales, en las que ya no está permitido el ingreso.

Valle de la Luna

El Valle de la Luna es un gigantesco valle con innumerables formaciones rocosas que, en mi opinión, poco tienen que ver con la luna, pero sin duda es una parada obligada. En el centro de visitantes, uno obtiene información útil y un mapa. Desde allí, nos acercamos al valle por el accidentado camino natural, pasando por rocas cuyos colores varían entre los tonos amarillos y blancos. A la hora de la puesta de sol, se suman a este cuadro los colores rojos, marrón y tierra en este cuadro natural. Lo más impresionante son las enormes dunas de arena que se pueden admirar desde una larga colina rocosa. Si se viene aquí al anochecer, se puede ver la puesta de sol y la luz dorada que juega en las rocas.

San Pedro de Atacama y sus alrededores pueden ser explorados ya sea como viajero individual o con visitas/tours guiados. Pero hay que venir preparado, guantes, un abrigo y buenos zapatos son imprescindibles, al igual que gafas de sol y bloqueador solar. El norte de Chile te sorprenderá con una naturaleza indescriptiblemente variada y contrastada, y un cielo nocturno impresionante.

¿Conoces San Pedro de Atacama? ¿Te gustaría ir? Cuéntanos en los comentarios.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *